Los niños a partir del primer año no paran. Andan y corren de aquí para allá. Son unos exploradores natos donde su mundo gira alrededor del juego. Si tenéis pequeños en casa con esta edad sabréis de lo que os hablo. Es una etapa agotadora para los padres porque hay que tener mil ojos para vigilarles y que no hagan alguna trastada.
¿Cómo son los niños a esta edad?
Su crecimiento neurológico avanza a pasos agigantados y su capacidad para jugar cambia al mismo ritmo. Su modo de aprendizaje es a través del juego. Gracias a ello, van a desarrollar su psicomotricidad y sus habilidades sociales. Entre los 12 y 24 meses, los niños están siempre activos. Les encanta bailar, correr, saltar, colorear y tocar todo lo que está a su alcance. Cada niño va a tener unas preferencias de juegos, dependiendo de su imaginación y su necesidad motora. Una de las cosas con lo que más disfrutan es imitando a los adultos. Les encantan las actividades que hacen papá y mamá, por eso uno de los juegos preferidos a estas edades son las cocinitas.
¿Existe alguna clave para saber qué juegos son los más apropiados para niños de 1 a 2 años?
Es importante que los padres ofrezcamos a los pequeños todas las posibilidades de juego que son capaces. Cada edad tiene su juego. Hay que adaptarnos a la etapa evolutiva en la que se encuentre el pequeño. Y nunca hay que forzar a jugar a algo que no les gusta. Los juguetes ideales son aquellos que estimulen su desarrollo físico, emocional y lingüístico.
Jugar en casa
Los pequeños entre 1 y 2 años no necesitan demasiadas cosas para entretenerse. Se suelen cansar rápidamente con lo mismo y cambian constantemente de juegos. En casa podemos encontrar multitud de actividades divertidas para los peques. Uno de los referentes es el método Montessori, que propone actividades para realizar con ellos en casa, sin necesidad de comprar nada especial. Sólo hay que echar mano de objetos que tengamos, que puedan manipularlos sin peligro.
Jugar sin juguetes
Ya hemos comentado que a estas edades son niños muy activos y les encanta correr e ir de un sitio a otro. Podemos proponerles juegos de aventuras donde tengan que saltar obstáculos con cojines en el suelo, sillas, taburetes, sillones… para subir y bajar. Y a la vez colocarles objetos que les llame la atención. Al final del recorrido estará papá y mamá esperándoles con un buen abrazo.
Si todavía no anda y se mueve gateando, hay un juego que les encanta: jugar a pillar. Ir detrás de él diciéndole que le vas a pillar será muy divertido. Luego con unas buenas cosquillas, las carcajadas estarán aseguradas.
Los juegos de manipulación atraen a los niños más pequeños. Déjales que toquen la comida con las manos. Siéntales en la cocina con un poco de harina y agua y a ¡amasar! En torno a los dos años, pueden jugar con las legumbres o la pasta. Que la pasen de un recipiente a otro. Veréis cómos se entretienen.
Cantar y bailar. La música les encanta y qué mejor forma de jugar con ellos que con las canciones tradicionales del “corro de la patata o a la zapatilla por detrás”.
Al escondite. Podemos escondernos los padres por la casa. Para que nos encuentren, les podemos dar pistas con nuestra voz, llamándoles. Así fomentaremos su sentido de la orientación a la vez que sus facultades auditivas.
Con juguetes
Desde el primer año les encanta experimentar con objetos nuevos, manipularlos y apilarlos unos encima de otros.
Por eso una buena idea son los juegos de construcciones, bloques o cubos de distintos tamaños que tendrán que encajar unos con otros o hacer torres.
Juguetes similares a objetos reales que tengamos en casa, como teléfonos móviles, llaves de plástico, martillos y cacharros de cocina. No hay cosa que más le guste a un niño que coger aquello que utilizan sus padres.
Pelotas grandes de tela o plástico. Que podrán utilizar para lanzar y dar patadas.
Juguetes con ruedas como cochecitos, camiones, andadores o correpasillos y todo lo que puedan empujar o lanzar. Les atraerán aún más si tienen luces y sonidos,
Muñecos de peluche y muñecas. Como les encanta imitar a los adultos, podrán peinar, lavar, pasear o mecer a sus muñecos favoritos.
Juguetes musicales, como el tambor, xilófono o teclados.
Hacia los dos años, que ya no se meten todo lo que encuentran en la boca, podemos ofrecerles plastilina y pintura de dedos. Una buena manera de desarrollar su motricidad fina. Os recomiendo que antes forréis el suelo con rollos de papel como los que utilizan los pintores.
Lectura. Escuchar historias y mirar dibujos de colores es otro de los entretenimientos favoritos a estas edades. Siéntale en tus rodillas y ábrele un cuento, si son de solapas que se abren y cierran, le mantendrás tranquilo, al menos unos minutos. Déjale que pase las hojas y que descubra el libro por sí mismo. Le ayudarás a fomentar su capacidad cognitiva y a la maduración de su inteligencia.
Juegos al aire libre
En el parque encontraremos tantos juegos que es imposible aburrirse. Aprovecha para que manipule cosas con las manos, tales como la arena, el agua, arrancar hierba o coger flores….todo es un juego para él.
Juegos en el arenero. Sólo hace falta un cubo y una pala. Los niños podrán probar su capacidad de coordinación al manipular la arena con otras piezas.
Los columpios. Les encanta subir, bajar y balancearse. Aseguraros que son adecuados a su edad y no le quitéis ojo.
No olvidéis una cuerda o una goma elástica para que puedan saltar. Estarán poniendo en práctica su capacidad de equilibrio.
Aprovechad para enseñarles flores, plantas, animales domésticos u objetos que encontréis en la calle y les llamen la atención. Durante los primeros años de vida, los niños están en pleno proceso de aprendizaje y son una esponja.
Normalmente a estas edades el pequeño no interactúa con otros niños de su edad. No quieren compartir sus juguetes y prefieren la presencia del adulto en sus juegos.
Los padres tenemos durate esta etapa el papel de vigilantes. Dos consejos mientras el niño juega y explora:
- Quita de en medio cualquier objeto peligroso, que pueda estar a su alcance, tales como juguetes de piezas pequeñas, punzantes o bolsas de plástico.
- Déjale su propio espacio para que juegue libremente, pero sin quitarle el ojo de encima.
